Era pasada la medianoche, caminaba por la ciudad más peligrosa; sólo podia ver la silueta de su hermoso cuerpo en el piso convertida en esa mágica sombra que la seguía como perro fiel.
Sabia el riesgo que corria, pero no le importaba, se sentía destrozada y quería ser destrozada, pero no se atrevía a ser ella misma quien acabara con ese sufrimiento.
Se paró frente al río que atraviesa la ciudad y se quedó mirando los destellos de la luna al reflejarse en el agua. Después de unos segundos, estiró sus brazos, sonrió y voló hacia ella.
Este cuento tan cortito tiene una fuerza muy espesial para mi. Yo soy una mujer que a sufrido muchas umillaciones y desairés y que como la chica que camina por las calles de esa ciudad tán peligrosa sola esperando que la destrozen tanbien e querido morirme.
ResponderEliminarYo le agradesco a la autora a ver puesto en palabras lo que muchas vivimos pero no nos atrebemos a desir.
Soy Laura Mendoza, de Ciudad Victoria Tamaulipas